La clínica reichiana es clínica freudiana
Por Miguel Angel Pichardo Reyes
La
clínica reichiana se caracteriza por un “descubrimiento”, si es que podemos
denominar así al inicio de su “análisis del carácter”. El descubrimiento es
sobre todo un desplazamiento, sino es que una precisión dentro de la misma
clínica freudiana. Reich, cual Sherlock Holmes de la técnica psicoanalítica,
pondrá atención a los detalles que se escapan a la escucha del analista,
detalle que reposara en las actitudes corporales, en los gestos, los tonos de
voz, aspectos no solo apuntados por Reich, sino inscritos dentro de la “escucha
analítica”. El descubrimiento no lo es tanto del cuerpo en el dispositivo
analítico, lo es sobre todo de lo estructural del carácter que da cuenta el
cuerpo. Podemos decir que el cuerpo es el sujeto que se inscribe en una
estructura, en este caso, una estructura del carácter. Por eso Reich se aleja
de los sintomático, esto es, no toma en cuenta los datos corporales como
elementos aislados, como significantes independientes, como síntomas
singulares. Reich escucha la estructura que subyace a la organización corporal,
a los rasgos caracteriales, a la red de componentes del sujeto.
Reich,
podríamos decir ahora, es un estructuralista clínico, un analista heterodoxo
que logra descifrar el inconsciente en las inscripciones corporales, en
particular, en las defensas caracteromusculares. Pues es común querer ver en
Reich un profeta de lo psicosomático y de la bioenergética, cuando aún no se le
ha reconocido suficientemente el “descubrimiento” de su análisis del carácter.
Creo que esto es fundamental para profundizar en la clínica reichiana, clínica
hasta ahora inexistente dentro de los movimientos neoreichianos, quienes en un
afán “liberador” y “heterodoxo”, se deslindan de lo clínico para ubicarse en lo
terapéutico.
Las
Cartografías Caracteroanalíticas quieren ser eso, no solo un retorno a Reich,
sino un retorno a la clínica reichiana, a esa escucha analítica y
metapsicológica sobre las estructuras caracteriales. La cartografía es un mapa
mental, una brújula clínica que permite inscribir al sujeto en las coordenadas
estructurales de lo neurótico y lo no neurótico, o para decirlo mal y rápido,
en lo limítrofe, lo psicótico y lo perverso. Esto nos lleva a dislocarnos de
las corrientes psicocorporales con graves alergias clínicas y psicoanalíticas,
sin mencionar lo político y lo psicosocial.
La
clínica reichiana no ha contado con buena salud, ha sido relegado por los
mismos reichianos, reduciéndola a descripciones del carácter. La falta de
profundidad ha permitido mantener estas descripciones en una superficie cómoda,
pues en cuanto nos internamos en lo caracteroanalítico es fácil hundirse en las
arenas movedizas de la metapsicología freudiana. A veces esto resulta muy
amenazador, y es fácil descartarlo como una defensa “intelectualista” o
“racionalista”. A esto le sobreviene el imperio de la “intuición”, un lugar más
seguro para el terapeuta, pero lleno de peligros para el clínico. Es este
divorcio entre lo clínico y lo terapéutico lo que ha mermado a las llamadas
“psicoterapias corporales”, pues pareciera que dicho nombre excluye la clínica
psicocorporal.
Las
Cartografías Caracteroanalíticas pretende recuperar lo clínico, lo estructural
del carácter, lo propiamente analítico, esto es, los cuadrantes
metapsicológicos donde es necesario inscribir nuestra escucha y nuestra mirada.
Actualidad que supondrá “regresar” a Freud. Regresar a Reich, pareciera
contradictorio, es regresar a Freud, a su metapsicología: al narcisismo, la
pulsión, el aparato psíquico, el fantasma, el Edipo. Pues no hay clínica
reichiana sin clínica freudiana, y eso se nos ha pasado por alto, so pena de
mutilar la clínica y reducirla a una mera técnica de relajación.
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