Análisis bioenergético de la respiración
Por Miguel
Angel Pichardo Reyes
En el Análisis Reichiano
la función de la respiración cumple un papel clínico sin precedentes, pues ella
es la vía regia de acceso al inconsciente neurovegetativo. La respiración del
organismo subjetivado es material susceptible de ser estudiado y analizado,
esto es, de ser observado y articulado dentro un encuadre clínico, en este
caso, de una clínica bioenergética de la respiración. Con esto queremos decir
algo sumamente original de Reich, esto es, que la respiración tiene una
importancia clínica en el estudio y tratamiento de las estructuras caracteriales,
y en particular, de las corazas caracteromusculares. Esto es así pues la
respiración cumple una función dentro de la economía sexual, debido
fundamentalmente a que ella es la reguladora de la bioenergía organísmica.
Una de las primeras
labores dentro del encuadre clínico bioenergético consiste en observar y
analizar la respiración, integrando estas observaciones en el marco de una
cartografía caracteroanalítica. Esto es de suma importancia, pues la
respiración variara de acuerdo a la economía sexual de la estructura clínica y
de la organización caracterológica. Es así como podemos hablar de una
respiración neurótica, otra fronteriza y otra psicótica, y a su vez es posible
diferenciar la función de la respiración dentro de la economía bioenergética de
los subtipos caracteriales, mórbidos o no. No es posible ni deseable realizar
análisis de la respiración de forma aislada, como única variable de
observación, y que de ello se desprenda una impresión clínica. De esta forma la
respiración se encuentra orgánicamente vinculada a toda la expresión
neurovegetativa y neuromuscular del organismo subjetivado.
El análisis de la
respiración forma parte del análisis del carácter, y este a su vez de la
concepción paradigmática construida por la Orgonomía Funcional de Wilhelm
Reich. No es posible desvincular una cosa de la otra, pues el análisis del
carácter ofrecerá la matriz sobre la cual se inscribe, encripta e incrusta la
particular expresión respiratoria del organismo.
La respiración puede ser
caracterizada como el flujo bioenergético de expansión y contracción que
permite mantener la vitalidad del organismo. Aunque esta función es conocida, lo
es menos su función bioenergética, y dentro de esta, la incrustación de
improntas o memorias corporales de defensas contra amenazas internas y
externas. La respiración no es una función natural, es una función
neurovegetativa circunscrita por la cultura, en particular, por la cultura
represiva de la sexualidad y abyectora del cuerpo.
La respiración es una
función neurovegetativa, pero es modificada y alterada por la cultura que
impone ciertos patrones de respiración que determina la economía bioenergética,
limitando la respiración, el movimiento y la expresión emocional, imponiéndose
así una separación esquizoide entre la vida del cuerpo y la mente racional.
Podemos hablar de una
modificación cultural de la función neurovegetativa de la respiración, modificación
que se inicia desde la vida intrauteria y que va almacenando memorias
corporales en los flujos y pausas de la función respiratoria, la cual generará
resonancias en toda la disposición neuromuscular. Estas memorias corporales o
improntas neurovegetativas, son experiencias biográficas de defensas primitivas
frente a amenazas externas que fueron incorporadas como patrones de
sobrevivencia biológica, aún antes de la formación de una estructura psíquica
primaria o arcaica. Sobre estas improntas neurovegetativas se irán erigiendo
estadios subsecuentes de organización bioenergética que se expresará en
movimientos corporales, ya sea limitando o expandiendo, neutralizando o
bloqueando el flujo bioenergético, y con esto la precondición económica para la
arquitectónica subjetiva.
Todo análisis
bioenergético de la respiración nos remite a incrustaciones bioenergéticas
primitivas en el desarrollo y maduración ontogenética, que perduran en la
actualidad en forma de actitudes o movimientos neuromusculares involuntarios de
la coraza caracterológica, significando complejos conflictos inconscientes
bioenergéticos no resueltos.
Es posible observar esto
con los pacientes echados sobre el diván reichiano, solicitándoles que realicen
ciertos ejercicios de respiración forzada durante un tiempo considerable, los
cuales, tarde o temprano (y dependiendo del nivel de disociación o escisión que
presenten) expresarán los conflictos bioenergéticos subyacentes relacionados
con experiencias tempranas de sobrevivencia, muchos de ellos datados durante la
vida intrauterina, el nacimiento, o los primeros dos o tres años de vida.
La respiración es pues,
el síntoma bioenergético de la coraza caracteromuscular, expresión de
conflictos subyacentes de sobrevivencia, modo concreto de regulación del
organismo para adaptarse a demandas sociales tempranas, que poco a poco va
configurando actitudes neuromusculares defensivas inconscientes que se
inscriben en el tardío aparato psíquico, alterando o limitando la economía
sexual, y definiendo con esto el tipo de estructuración clínica.
Existe así una relación
entre la función respiratoria y los segmentos de la coraza muscular, pues estos
últimos son el mapa de la estratigrafía de la maduración libidinal
ontogenética, y es en ella que se pude realizar una lectura de las defensas, la
etapa y el bloqueo, dando lugar a complejas cartografías bioenergéticas de la
respiración y los bloqueos segmentarios.
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