jueves, 28 de abril de 2011

Deconstrucción psicocorporal de las heridas afectivas


 
Por Miguel Angel Pichardo Reyes

La psicotraumatología es una especialidad de las ciencias de la salud mental muy reciente, pues es hasta la etapa de la posguerra que la problemática del trauma empieza a tener una identidad nosográfica propia dentro de la psiquiatría. En la actualidad la psicotraumatología ha devenido en una variedad sana e importante de técnicas y dispositivos para tratar los traumas, y algunos de ellos, especialmente las perspectivas psicodinámicas, apuntalan la relevancia de los conflictos infantiles o subtraumas de desarrollo en la configuración actual de los traumas, la ansiedad y la angustia.

La deconstrucción psicocorporal de las heridas afectivas pasa por tres aproximaciones o lentes: la aproximación genealógica, la aproximación arqueológica y la aproximación antropológica. La psicogenealogía traumática explora los traumas heredados transgeneracionalmente a través de los vínculos familiares, en aquello que se ha denominado como el co-inconsciente familiar. Se trata de un trabajo de exploración desde el sujeto sobre aquellos determinantes inconscientes que han prefijado algún sentido no elaborado de los conflictos o duelos inconclusos. La psicogenealogía busca descubrir y comprender el porqué y el cómo de los traumas psicosociales, pues se entiende que el sujeto se constituye dentro de un campo simbólico. Desde la clínica psicocorporal es posible descifrar los traumas genealógicos incrustados en la corporalidad del sujeto, pues a partir de los patrones de alteración somática se identifican los bloqueos caracterológicos que surgen de esas heridas. De aquí la importancia de esta perspectiva psicogenealógica en el trabajo psicocorporal.

El enfoque arqueológico excava sobre la infancia y desarrollo del sujeto, pues es allí donde se constituyen los primeros registros somáticos presimbólicos que marcan los vínculos de apego con los imagos maternos y paternos. Descifrar esos códigos corporales en los sustratos de la historia individual es un recurso valioso para desentrañar los códigos que configuran los complejos neuróticos, muchos de ellos traumáticos y que tienden a generar patrones de pensamiento, afectivos, comportamentales y vinculares que repiten esos conflictos psíquicos y somáticos no resueltos. Aquí entra el desciframiento anamnético, pues tanto en el cuerpo presimbólico del registro somático, como en el registro consciente de la memoria, es posible reconstruir y elaborar aquello no dicho, ocultado, velado o prohibido.

Finalmente, el tercer enfoque de este trabajo de deconstrucción psicocorporal de las heridas le toca a la perspectiva antropológica, pues es aquella donde en la materialidad corporal del sujeto, así como en sus actitudes y gestos es posible descifrar los subtraumas y heridas subyacentes al carácter y la personalidad. Es aquí donde se realiza una cartografía caracterológica del cuerpo-mente, pues a través de ella es posible identificar y aislar aquellos elementos que componen un complejo caracterológico dominado por alguna herida afectiva, dentro de las que cabe resaltar las heridas de rechazo, abandono, humillación, traición e injusticia, produciéndose así una constelación de rasgos caracteriales y de personalidad.

La deconstrucción es primeramente un trabajo de desciframiento de los códigos corporales encriptados con los que se enmascaran los traumas y las heridas, pero ese desciframiento ya es en sí un trabajo terapéutico, aunque no lo es todo, pues este desciframiento posibilita la operación de un dispositivo psicocorporal de deconstrucción terapéutica, me refiero a la metabolización psicocorporal, conformada por un trabajo de desbloqueo, liberación e integración. Como ya lo he mencionado en diferentes ocasiones, este trabajo se realiza a través de la técnica de la Ensoñación Corporal Escénica (Dreambody), pues a través de ella es posible nombrar lo innombrable, así como expiar y exorcizar los fantasmas inconscientes que acechan al sujeto.

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