martes, 21 de febrero de 2012

Arquitectónica del cuerpo subjetivado



Arquitectónica del cuerpo subjetivado
Por Miguel Angel Pichardo Reyes

La sistemática neuromuscular del desbloqueo biosistémico forma parte de la arqueología del cuerpo, pues ésta nos lleva a realizar una excavación sobre las distintas capas y estratos de la memoria corporal, localizando segmentos y grupos musculares que configuran la coraza caracteromuscular. La arqueología del cuerpo, en su vertiente técnica se desarrolla a través de la sistemática neuromuscular, y en su vertiente clínica la arqueología se lleva a cabo a través de una hermenéutica del cuerpo, no sólo en lo referente a la coraza caracteromuscular, sino en el desciframiento y decodificación de los movimientos y sensaciones corporales que se presentan durante el análisis reichiano.

La arqueología del cuerpo estaría conformada por estas dos dimensiones: la técnica neuromuscular y la clínica hermenéutica. Dos dimensiones inseparables dentro del dispositivo analítico reichiano. Aquí cabe mencionar que el analista reichiano no es un técnico del cuerpo, un masajista o un experto desbloqueador bioenergético, es sobre todo un clínico que utiliza una sistemática neuromuscular para propiciar la emergencia del material inconsciente del cuerpo, susceptible de ser analizado e interpretado dentro de un marco teórico que denominamos Paradigma Reichiano.

El análisis de este material inconsciente tiene una naturaleza particular, pues este material no solo es simbólico, en el sentido de un lenguaje hablado, sino también en la decodificación lingüística del cuerpo, pero también en los contenidos borrosos presimbólicos de la sensación o de las reacciones vibratorias autónomas del organismo. En este sentido la interpretación no solo supone la escanción, el silencio o la puntuación del discurso, sino los actings y los touchings modificadores de las defensas caracteromusculares. La interpretación del material inconsciente en el dispositivo analítico reichiano apunta al éxtasis bioenergético que se manifiesta en las corrientes neurovegetativas libres.

La arqueología del cuerpo se pregunta sobre la génesis y el proceso de formación de las corazas caracteromusculares desde su desarrollo ontogenético. Es en el espacio simbólico de subjetivación del organismo humano donde se van incrustando los códigos de poder perlocucionario del discurso familiar, estableciendo una serie de bloqueos bioenergéticos que van formando patrones de alteración somática que llegaran a configurar estructuras caracteriales únicas. Comprender estos procesos formativos durante las diferentes etapas del desarrollo ontogenético es la labor de una arquitectónica del cuerpo subjetivado.

La arquitectónica del cuerpo subjetivado no es otra cosa que la reconstrucción del proceso ontogenético de subjetivación que opera la represión social a través de los vínculos materno y paterno filiales, fijando y conformando la organización del aparato psíquico y somático. Este proceso de reconstrucción se realiza a partir de la emergencia de sensaciones, emociones e imágenes durante el proceso de desbloqueo biosistémico y segmentario, donde cada sensación o conjunto de sensaciones son decantadas en múltiples segmentos, asociando situaciones de amenaza o angustia. Este material reprimido y olvidado se reconstruye como un rompecabezas, logrando tomar el inicio de una rama que nos lleva a múltiples ramificaciones de asociaciones biográficas. De hecho esta es la imagen que se me ocurre para entender la organización de este material emergente: un árbol, con un tronco inconsciente, con múltiple ramificaciones inconscientes y subconsciente, y subramificaciones que llegan a la conciencia. Es esta arquitectónica del cuerpo subjetivado la que nos permite contactar con la impronta primitiva, base sobre la cual se estructurará el psiquismo y el somatismo.

La arqueología del cuerpo nos permite reconstruir este mapa energético y poder actuar sobre el en diferentes momentos del análisis reichiano. Podemos asociar el biosistema funcional bloqueado, así como los segmentos musculares involucrados, con la emergencia de sensaciones, emociones e imágenes, realizando una reconstrucción comprensiva que posibilite al sujeto desconstruir su propia subjetividad. El sujeto se enfrenta a la emergencia de este material, el cual también es interpretado por el analista, y no solo eso, también es modificado a partir del desbloqueo bioenergético. El remante de esta labor permite al sujeto realizar una labor cortical de elaboración y perelaboración, no sólo buscando comprender su pasado y presente, sino modificar esos patrones, liberarse de ellos, desintegrando las defensas caracteromusculares que lo oprimen. El trabajo arqueológico es intersubjetivo, pues el material emergente es interpretado y devuelto, apelando a la capacidad de agencia del paciente con respecto a la verdad de su material reprimido. La asunción de esta verdad conviene a la ética del análisis reichiano, pues supone incorporar este material dentro del horizonte existencial del sujeto, pues dicha incorporación puede ser creativa y lúdica, resignificando bioenergéticamente lo rememorado y actualizado.

El analista reichiano es un arqueólogo del cuerpo bioenergético, organismo subjetivado donde emergen las huellas que dan testimonio de las intervenciones de lo real y lo simbólico. El analista descodifica esas huellas, interpretándolas, desbloqueándolas y descargándolas bioenergéticamente, para después proceder a resignificarlas y reintegrarlas al campo caracterial. Fechar estos hallazgos ayuda al paciente a realizar deslindes, desmitologizar, esclarecer, asumir. Pues la arqueología del cuerpo es una labor que busca desmitificar nuestra novela infantil.

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