Manifiesto

Manifiesto por la Emancipación Somática

Todo dispositivo clínico y psicoterapéutico es una práctica social y un acto político, ya sea encaminada a la domesticación y sujeción, o a la emancipación y transformación.

El clínico o psicoterapeuta no es aséptico y neutral frente al síntoma o el malestar, pues todo malestar psicosomático se encuentra sobredeterminado por la ideología que atraviesa los vínculos sociales.

La posición del clínico o psicoterapeuta con respecto a la dirección de la cura, no es sólo una posición estrictamente clínica, sino una posición ético-política, ya que dicha direccionalidad conlleva la posibilidad o no de cuestionar la subjetividad y las estructuras simbólicas que la sostienen.

La necesidad y pertinencia de una emancipación somática proviene de la larga historia de represión sexual, peyorativización del cuerpo, negación del placer y generalización de la culpa y la angustia en todo lo referente al disfrute corporal.

La culpa y la angustia son transmitidas a través de los códigos sociales, los vínculos morales, así como de toda una ideología neurótica que establece discursos de poder y sometimiento que regulan la estética y la política del cuerpo, favoreciendo un férreo disciplinamiento que favorece al capitalismo consumista.

La emancipación somática es pues un acto clínico y político de desideologización y desubjetivación de los discursos que transitan y atraviesan la corporalidad deseante del sujeto, abriendo posibilidades para la multiplicidad de sentidos y de prácticas con respecto al placer del cuerpo.

En términos concretos, se trata de la emancipación de la represión (ideología moral) que genera las neurosis y envía al sujeto a la dinámica del sufrimiento, la explotación, el abuso, la opresión, la codependencia, la violencia, la inseguridad, la rigidez muscular, las obsesiones, las adicciones y los diferentes trastornos de la personalidad.

Esta propuesta apuntala una ética-somática del placer, puesto que no se trata de un placer ciego y alienante, sino de un placer en la totalidad corporal que reivindica la pulsión de vida frente a la negatividad material de la pobreza, la opresión y la muerte. De esta forma, se trata de una ética del placer colectivo: gozar y hacer gozar sin dañar, puesto que no se trata de un placer intimista y egoísta.

Se trata de una emancipación lúdica, llevada a cabo desde la clínica, tanto a nivel individual, grupal y comunitario, integrando el gozo de la danza, la música, el humor, la expresión corporal, las artes escénicas, los masajes, la música, la capoeira, la meditación, los rituales y las fiestas.

La búsqueda y construcción de espacios alternativos de disfrute donde se experimente la gratuidad, la afectividad, la solidaridad, la equidad, el descanso, la tranquilidad, la diversión, fuera de estructuras jerárquicas y opresoras, o de dinámicas excluyentes y enjuiciadoras. Conformar espacios libertarios donde se goce de uno y se haga gozar a los otros, bajo el común acuerdo del respeto a la dignidad inalienable del ser humano.

Junto a la ética-somática, es menester postular una episteme somática, sensual, materialista, que anteponga los recursos lúdicos como la vía regia para el desarrollo del sistema neurovegetativo, y que conlleve a la construcción de comunidades epistémicas sensosomáticas. La integración de esta episteme supone una revolución pedagógica, pues reconocería al movimiento corporal, la expresión lúdica, el contacto físico y el juego, como el principal modo de desarrollar nuestro sistema nervioso y las terminales nerviosas expandidas por todo el cuerpo.

Llegamos al planteamiento de una política somática, que se asume comunista y anarquista, articulando las luchas de emancipación y liberación llevadas a cabo por el feminismo, las comunidades indígenas, los derechos humanos, la ecología profunda, los movimientos altermundistas, de la noviolencia, de la lucha contra la impunidad, de la diversidad sexual, del laicismo, del pluralismo religioso, de la espiritualidad crítica y liberadora, entre otras luchas locales, regionales o globales por la vida, la igualdad, la libertad y la justicia.

La particularidad y misión de la política somática, es pues, la emancipación somática del sujeto alienado al sistema político, a los códigos morales, las estructuras económicas y a los trastornos psicosomáticos. Se trata de construir una subjetividad revolucionaria desde la red nerviosa hasta los procesos psicológicos superiores, identificando el campo somático como el medio material de gestión de esta emancipación: disfrute somático contra las ideologías de muerte que niegan y condenan el placer.

En la emancipación somática, nadie emancipa a nadie, pues todos y todas nos emancipamos, ya que el campo somático es un fluir pulsional apuntalado por la voluntad del placer vincular. El placer es movimiento, el movimiento es danza, la danza es vida.