lunes, 11 de enero de 2010

Estética del cuerpo político

Por Miguel Angel Pichardo Reyes

Las vanguardias escénicas
Las vanguardias del teatro norteamericano de la segunda mitad del siglo XX, logran colocar los códigos de subversión corporal del orden simbólico, en el nuevo escenario de los discursos estéticos que se encuentran en la visagra de la modernidad y la posmodernidad. El off-off-Broadway, los happenings, el performance, y “el teatro de las imágenes”, fueron esas vanguardias de los años 60 y 70 posteriores a la II Guerra Mundial, y contemporáneas a la guerra de Vietnam. Nombres como Robert Brustein, Joseph Papp, Carlotta O´Neill, Robert Wilson, Julian Beck y Judith Malina, Joseph Chaikin, entre otros, fueron los creadores de diferentes colectivos de teatro vanguardistas que se encuentran asociados a nombres como The Circle in the Square, Living Theater, Phoenix Theater, The New Stages, Open Theater, Performance Group. Las influencias europeas del surrealista Antonin Artaud, o la música de John Cage, así como la filosofía Zen, “trajeron modificaciones respecto de la manera en que los seres humanos se relacionan entre sí y con sus propios cuerpos.” (Michel: 1993, p. 128)

Einstein on the beach
“La culminación llegó con Einstein on the beach (1976), donde en el marco de un escenario listo para un juicio, las imágenes se suceden y se traslapan con asociaciones azarosas alrededor de los signos relacionados con el científico: relojes, bombas atómicas, un giroscopio, números, máquinas, etc. Por primera vez Wilson construyó, no accidentalmente, un acto temáticamente elaborado y no sólo sugerido por las imágenes libres. La coherencia del espectáculo se refuerza con la tendencia de la música de Glass a remitirnos hacia territorios mecánicos.” (Michel: 1993, p. 139)

Política en el dispositivo escénico
Las vanguardias teatrales hacen eco de aquellos espacios simbólicos del inframundo que buscan la subversión corporal de los discursos que constituyen el orden simbólico. El teatro, ya como dispositivo político del campo cultural ilustrado, ya como espacio simbólico domesticado, logra recuperar ese antagonismo inmanente a la expresión corporal en el espacio escénico que remite a oscuros espectros arqueológicos, logrando mostrar los discursos que se entretejen en la compleja trama de la dominación subjetiva. La fuerte carga erótica y política de estas vanguardias vienen a realizar una crítica que coloca al caos, la disonancia y la espontaneidad, en un juego de rupturas de la cadena metonímica a través de silencios, pausas, repeticiones, cadencias, e imágenes advenedizas. En este campo, la materialidad y superficialidad del cuerpo se reconoce como espacio político, como locus utópico de realización de nuevos sentidos, co-creadores de espacios alternos de socialización.

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